
Nadie le pidió una explicación pero Katy Perry ya se defiende de sus críticos: “No soy una estúpida estrella de pop perdida en una isla”.
Tan sólo con un disco en el mercado consiguió hacer una gira mundial por 50 ciudades incluyendo la Ciudad de México, y afirma enfática: “No me creo una feminista, y mis líricas pueden causar controversia porque a la gente le gusta vivir de forma ‘políticamente correcta’. Sólo soy quien soy, y eso me gusta reflejar en mi música”.
Efectivamente, su popularidad reposa mayormente en la provocación gratuita e inofensiva. La canción I kissed a girl escandalizó las buenas conciencias, sobre todo cuando la cantante (que apenas había cumplido 24 años) reveló haberse inspirado en una amiga de la infancia para componer dicha canción. “Durante mi adolescencia me obsesioné con otra chica”, señaló.
Sin embargo, el tema pecaba de inocencia porque los versos de la letra en realidad hablaban de una travesura de la que pedía perdón como si se tratara de un pecado: “Besé a una chica sólo por probar / espero que mi novio me perdone / me siento mal / me siento bien”.
El asunto incluso fue tomado como una ofensa por los activistas de grupos homosexuales. “Los grupos gay creen que promueve una mirada heteronormativa sobre el deseo lésbico, que resulta rentable por ser atractiva para los varones”, según relató una noticia llegada desde Nueva York en la víspera de su visita a México.
Ella se defiende: “La canción no es acerca de la orientación gay o heterosexual, sino sobre la curiosidad que tenía y creo que otras personas también tienen, por las chicas”.